La casa del Dr. Edwardes
Francis Beeding

21,50 I.V.A. incluido

«Una novela apasionante, de misterio, locura y terror, con un toque de psicoanálisis y una atmósfera opresiva y envolvente. El afortunado lector que se adentre en los vericuetos del castillo tardará en olvidarlos». Noemí Calabuig

 
La novela que inspiró Recuerda, de Alfred Hitchcock

 

 

Descripción

Un antiguo castillo en una inhóspita región alpina de Francia, rodeado de montañas, ha sido convertido en un sanatorio mental de lujo.

Un nuevo paciente, el señor Godstone, ataca a un celador mientras es trasladado en coche al centro. Se abalanza sobre él y lo arroja por un precipicio conocido como la Garganta del Diablo. El Dr. Murchison, que lo acompañaba en el trayecto, debe usar la fuerza para controlarlo.

Constance Sedgwick, una joven y prometedora psiquiatra británica ha aceptado un puesto como aprendiz del Dr. Edwardes en el sanatorio. Constance tendrá que enfrentarse a un clima que se va enrareciendo paulatinamente, al mismo tiempo que se incrementan sus dudas acerca de lo que sucede a su alrededor. ¿Es posible curar a todos estos enfermos? ¿Hasta que punto se puede separar la cordura de la locura?

Un elenco inolvidable de personajes transitan por los corredores del castillo y los senderos que lo rodean, como si lo hicieran por los pasadizos insondables de sus desequilibradas y laberínticas mentes.

Sumergirse en las páginas de esta inquietante historia conlleva enfrentarse a las propias inseguridades y al miedo. ¿Acaso no habitamos todos en una casa de locos? Quizá también vayamos a la deriva, guiados por un lunático de ideas fijas.

 

«Una novela apasionante, de misterio, locura y terror, con un toque de psicoanálisis y una atmósfera opresiva y envolvente. El afortunado lector que se adentre en los vericuetos del castillo tardará en olvidarlos». Noemí Calabuig

La novela que inspiró Recuerda, de Alfred Hitchcock

 

«La composición de un buen asesinato exige algo más que un par de idiotas que matan o mueren, un cuchillo, una bolsa y un callejón oscuro. El diseño, señores, la disposición del grupo, la luz y la sombra, la poesía, el sentimiento se consideran hoy indispensables en intentos de esta naturaleza. Ya hemos dado lo suficiente a la moralidad: ha llegado la hora del buen gusto y de las Bellas Artes».
Thomas de Quincey